Tras hacer una lectura del edificio y de sus característicos chaflanes curvados, decidimos continuar su lenguaje en su interior. De esta manera, se propuso crear unos volúmenes de madera con esquinas curvadas en los que se albergan los usos privados o de servicio, y dejando como espacio vacío la zona social. Provocando, con este gesto, una zona social espacialmente muy libre y dinámica y a la vez provocando en el subconsciente una diferenciación entre uso social y zonas más privadas que nos ayudaran a clarificar el espacio.

León, al ser una ciudad fría, pensamos en utilizar madera tanto en suelos como en las paredes de dichos volúmenes. Sin embargo, para no perder la lectura de los volúmenes “privativos”, decidimos utilizar dos tonos de madera: blanquecina en suelos que se mimetizan con muros de fachadas y techos, y rechapado de roble ahumado para revestir los volúmenes.

Maderas y acabados artesanales de cal juegan un papel de calidez que se expresa de manera sinuosa y amable con las características curvas que matan las esquinas donde la vista no encuentra punzamientos y la experiencia se vuelve confortable.